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Friday, January 11, 2019

The keynote address begins...


 


Desde Madrid a Nueva York: los estudios lorquianos en los Estados Unidos

Tanto el estudio académico y como la recepción literaria de Federico García Lorca en los Estados Unidos son internacionales en su perspectiva, fuertemente condicionados por la notable presencia del poeta granadino en la cultura del mundo anglosajón. Tal es la premisa de mi intervención esta tarde, expresada de una forma bien sencilla. En realidad, los estudios lorquianos nunca se han limitado a la península ibérica: han tenido esta dimensión internacional desde el inicio, dado la repercusión mundial del asesinato de Lorca en 1936, a inicios de la Guerra Civil. Es muy apropiado, por lo tanto, que un simposio internacional como este incluya una plenaria dedicada a este tema. Me siento muy honrado por la invitación a hablar aquí de la aportación de mis compatriotas al estudio de Lorca.      
El asesinato político del poeta sitúa el lorquismo en el centro del hispanismo de habla inglesa, tanto en el Reino Unido como en los Estados Unidos. En España, Lorca es un escritor canónico entre otros. En mi país, en cambio, Lorca es el poeta español por excelencia, apenas sin rivales. Antonio Machado también ha sido muy traducido al inglés, pero no llegado a la categoría de mito o de leyenda como es el caso de Lorca.  
He sentido cierta extrañeza, a veces, al percibir cierta falta de entusiasmo por la figura de Lorca entre algunos poetas y literatos españoles. No todo el mundo piensa de este modo, pero ha existido una idea de que otros poetas son más contemporáneos, más relevantes para la España del franquismo o de la democracia. Según esta perspectiva, Lorca es un poeta histórico, sin mucha relevancia en el siglo XIX, cuya importancia tiene más que ver con la memoria histórica. Es como si, para algunos lectores peninsulares, el poeta fuera eclipsado por su propia leyenda: una figura canónica, clásica, por cierto, pero más valorada a causa de circunstancias extraliterarias. Esta reticencia no se observa en mi país—aunque los factores circunstanciales también tienen su peso allí.         
El grado de entusiasmo que suscita entre nosotros, los norteamericanos, ha traído ciertos beneficios, aunque también ha sido excesivo, en cierta medida. ¿Se puede admirar demasiadoa Lorca? Pienso que no es posible: lo que sucede, sin embargo, es que la admiración, en sí, no basta, y la popularidad del poeta ha producido cierta cantidad de estudios de baja calidad. Según Luis Fernández Cifuentes“Apenas una fracción, digamos un diez por ciento, de todo lo que se ha escrito sobre su obra tiene rigor y validez.” Esta falta de rigor tiene su origen, posiblemente, en el mismo anti-intelectualismo presente en la recepción popular y literaria, no esctrictamente académica, de Lorca. Es tal vez por reacción hacia el entusiasmo extranjero por Lorca que los españoles a veces guardan su distancia, como si tuvieran que protegerse de la cursileríalorquiana tan difundida fuera de España.  
No propongo aquí una aburrida lista de estudios y estudiosos, sino una interpretación global del lorquismo americano, siguiendo unas pautas bastante personales. Es más que probable que otro estudioso, encargado del mismo tema, les ofreciera ideas muy distintas de las mías. No se me puede pedir objetividad, hablando de Lorca, porque le he dedicado dos libros y más de una década de mi vida, y en ciertos casos he discrepado de las opiniones de otros estudiosos. Haré caso omiso, asimismo, de algunos estudios menos notables e influyentes, desde mi óptica, pero no necesariamente de baja calidad. Algunas veces se trata de estudios introductorios, más o menos competentes, que no cambian nuestra manera de ver a Lorca de forma fundamental. Hay, sin duda, cierto riesgo de injusticia en mi selección de textos, pero una descripción indiscriminada de todo lo que se ha hecho tampoco sería idónea. 
No siempre existe una gran diferencia entre el estudio de Lorca en EEUU y en España: por ser internacional, el estudio de un autor canónico tiene como público los expertos académicos de todo el mundo, sin respetar fronteras nacionales. Hay que tener en cuenta, además, la aportación de españoles que han trabajado en las universidades americanas, como Luis Fernández Cifuentes, Enrique Álvarez, Candelas Gala o Carlos Jerez Farrán: sin ellos, nuestro entendimiento del poeta sería muy empobrecido. Normalmente, estos estudiosos escriben sobre Lorca en castellano y editan sus libros en España. Entiendo, sin embargo, que lo que se me pide aquí es una evaluación del factor diferenciador: algo que introduzca una modificación o una innovación dentro de los estudios lorquianos americanos. 
Ahora bien, creo que los profesores españoles en las universidades americanas tampoco habrían escrito sobre Lorca de la misma manera si se hubieran quedado en en casa. Por razones obvias, el lorquismo no prospera en la España franquista y por lo tanto durante un largo periodo el estudio del poeta tiene lugar en otros espacios intelectuales, con la influencia de las ideas teóricas del mundo anglosajón, aun después de la muerte del dictador. También destacaría el lorquismo de las Islas Británicas, especialmente por la presencia de estudiosos ingleses distinguidos en las universidades de Estados Unidos—C. Brian Morris, Paul Julian Smith y Andrew A. Anderson entre otros. Podemos observar entonces que el lorquismo estadounidense es un fenómeno múltiple, que incluye la aportación de estudiosos en las universidades americanas provenientes de varios países.         
No obstante, lo que me interesa destacar aquí es una perspectiva propiamente americana sobre Lorca, la que nace de un afán por explicar y traducir su obra para un público literario no castellanoparlante. En segundo lugar, me gustaría insistir que este esfuerzo divulgador es un fenómeno de interés principal, no solo secundario. Es decir que no se puede explicar a Lorca a gente formada en una cultura literaria distinta sin introducir ideas nuevas, sin exagerar o distorsionar la obra original. 
Mi propia obra crítica ha dado lugar a ciertos malentendidos en este sentido. Por ejemplo, decir que no se ha entendido bien a Lorca en Estados Unidos sería implicar que existe un entendimiento correctode Lorca, propiedad exclusiva de los españoles o de los andaluces. Nada más lejos de mi intención. ¿Se entiende bien a Lorca en España? Pienso que sí, si pienso en los mejores estudiosos de aquí, pero hay que recordar que este entendimiento es el resultado de una larga labor de investigación. Un español no entiende a Lorca por el mero hecho de su nacionalidad. Diría, además, que las fuentes del “mal entendimiento” no son muy distintos en los dos países. Nace de una especie de cursilería intelectual, que no es capaz de dejar al lado una imagen simplificada y legendaria del poeta para investigar su obra en toda su hondura y complejidad.                              
¿Quién es, entonces el Lorca americano, el Lorca traducido al inglés? La traducción de su obra empieza con el poeta negro Langston Hughes, que encuentra su obra en Madrid durante la guerra, cuando conoce a amigos de Lorca. Hughes sabe español y empieza a trabajar sobre una versión del Romancero gitanoque publicaría en una revista en los años cincuenta. La primera edición de Poeta en Nueva Yorkes también, una traducción, de Rolfe Humphries, que produciría también una versión del romancero lorquiano… 

1 comment:

Leslie B. said...

*dada la repercusión mundial [typo]

Glad you posted this, I haven't gotten anything major done since I got sick, will try to follow right along.