En el ambiente de aquellos años, aproximadamente desde 1923 hasta la guerra civil, los hombres de pluma y de pentagrama estuvimos muy unidos. Mi amistad con Federico García Lorca fue grande. Era un músico nato. Le escuché tocar cosas suyas en el carmen de Falla, asistí asiduamente a las comidas y reuniones de la Residencia de Estudiantes y a las tertulias del Correos y del Lyon. Federico me dedicó su Cortaron tres árboles; hice música para algunas representaciones de La Barraca, como Fuenteovejuna; instrumenté algunos temas populares arreglados por Federico para La Argentinita, y habíamos proyectado, con Fontanals, una especie de revista.
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